lunes, 16 de noviembre de 2009

Peronismo: ¿el hecho maldito del país burgués?

De Perón a Kirchner. Mitos y contradicciones del movimiento de masas que modificó la historia política argentina. Seis décadas de utopías, luchas, sentimientos y traiciones.

“Ha llegado la hora de que los incivilizados eduquen a los civilizadores”- Franz Fanon


16 de junio de 1955: 34 aviones en su mayor parte de la marina, bombardean la Plaza de Mayo y Casa Rosada con un objetivo, matar a Perón, “el líder populista que corrompió a las masas”, “el tirano “, próximamente prófugo. No logran asesinar al presidente, sí a 308 personas entre peronistas y no peronistas que ocasionalmente deambulan por la plaza y sus adyacencias, a civiles indefensos entre los que se encuentra un micro escolar que vuela por los aires con los chicos adentro.
El mayor atentado terrorista de la historia argentina y a cielo abierto perpetrado por aviones
decorados con la inscripción “ Cristo Vence”, en nombre de la libertad y la democracia. La relación entre Perón y la iglesia está quebrada, la curia escudriña un golpe de estado en connivencia con las fuerzas armadas desleales y el arco opositor antiperonista ( radicales, socialistas, conservadores y hasta comunistas). Por la noche, seguidores de Perón queman las iglesias de Capital agudizando el conflicto, las dicotomías y el clivaje, peronismo-antiperonismo. Comienza una frágil tregua en aras de la pacificación del país.
31 de agosto de 1955: “La consigna para todo peronista, esté aislado o dentro de una organización, es contestar a una acción violenta con otra más violenta. Cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de los de ellos”, el que habla es Perón, el mismo que dentro de 16 días renunciará para garantizar la paz.
16 de junio de 1955: la sublevación autodenominada “revolución libertadora” encabezada por el general Eduardo Lonardi, derroca a Perón que permanece en la Argentina en las cañoneras Paraguay y Humaitá, fondeadas en una dársena de Buenos Aires, del 20 de setiembre al 3 de octubre. El lema de los golpistas “ni vencedores ni vencidos” disimula su sesgo dictatorial y fascista, persecuciones, fusilamientos, proscripción del peronismo y el comienzo de la larga resistencia, para la vuelta del líder en el exilio, la fase más revolucionaria del peronismo que culminará en la más trágica.
“Como todos aquellos que en cierto momento de su vida cambian de camino, me di vuelta a mirar lo que dejaba a mis espaldas. En aquella atmósfera borrosa de lluvia y de niebla todo parecía irreal. " J. D. Perón, Del poder al exilio.
La Revolución Libertadora, seguida de gobiernos elegidos por la voluntad popular ( a pesar de la proscripción del peronismo) y otras dictaduras como la que inauguró Onganía en 1966 ayudaron mediante sus desaciertos, políticas de ajuste y represivas para la clase trabajadora a prolongar el mito en torno al peronismo y muchos de sus detractores (sobre todo de izquierda) que comparaban al movimiento con el “bonapartismo” cambiaron su visión. El peronismo pasó de ser “ una patología” a convertirse en “ el hecho maldito del país burgués” en palabras de John William Cooke. El mito había nacido un 17 de octubre de 1945 cuando “los cabecitas negras” (denominación despectiva que la oligarquía utilizó para mencionar a los obreros de las clases bajas que migraron del interior a Buenos Aires) coparon la Capital para pedir la liberación de Perón. Hoy se conmemora como el día de la lealtad, en aquel entonces Scalabrini Ortiz lo denominó “ el subsuelo de la patria sublevado”.
En los 18 años que Perón estuvo en el exilio las luchas por la descolonización en África, la Revolución Cubana, el Mayo Francés y el Cordobazo parieron una juventud que buscaba cambiar el mundo luchando contra el imperialismo, la injusticia, el autoritarismo, la desigualdad, buscando crear “ el hombre nuevo”. Eso que algunos teóricos llamaron “ el hecho imposible” ( que jóvenes en su mayoría universitarios de clase media alta de formación marxista comenzaran a militar en el peronismo) derivó en la creencia de que Perón regresaba para conformar el sueño eterno de “la patria socialista”. El clima de época fue crispándose con la aparición de organizaciones armadas guerrilleras algunas de ellas reivindicativas del peronismo como Montoneros o FAP. Perón no solo no regresó dispuesto a compartir su conducción con la juventud o las organizaciones sino que lo hizo acompañado de Osinde y López Rega. Ezeiza solo fue el anticipo de lo que se venía. El asesinato de Rucci, la ruptura con Montoneros aceleraron el proceso de derechización y la creación de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina). Sería iluso afirmar que Perón desconocía el accionar de esta organización paramilitar terrorista. Tras un año en el gobierno, “el general” viejo y enfermo murió y con el, la ilusión del cambio. Isabelita, Celestino Rodrigo, López Rega sólo aceleraron el proceso de defunción económico, político y social que terminó en la mayor tragedia nacional. Una nueva dictadura, la más sangrienta y genocida de nuestra historia, venía para arrasar con el peronismo, la democracia y todo vestigio de disidencia o pensamiento.
Tardó trece años el peronismo en retornar al poder. Lo hizo en 1989 de la mano del caudillo Menem bajo la promesa del “salariazo” y “la revolución productiva” acorde a las banderas históricas del movimiento. La decepción no tardó en llegar, Menem rápidamente puso en práctica un programa contrario a las reivindicaciones históricas de una patria “justa, libre y soberana”. Aplicando el neoliberalismo (libertad de mercado, flexibilización laboral, ajustes, disminución del gasto público) borró al estado como asignador de recursos para entregarse a los grandes grupos económicos y traicionar las banderas del peronismo. Los indultos a los militares y las “relaciones carnales” con EE.UU, fueron solo una muestra del travestismo político del riojano. La era menemista culminó con una grave crisis económica azuzada por un gobierno radical que triunfó en las elecciones prometiendo atacar la corrupción del gobierno peronista pero manteniendo “el modelo” (la convertibilidad del peso al dólar); ambas promesas fracasaron estrepitosamente. Luego de un gobierno de transición del también peronista Duhalde que precipitó su salida luego de los asesinatos de Kosteki y Santillán, llegó Néstor Kirchner, hasta ese entonces gobernador justicialista de Santa Cruz. Esto es historia reciente como para realizar un análisis pero si cabe destacar algunas de sus primeras medidas en las antípodas del menemismo: renovación de la Corte Suprema de Justicia, derogación de las leyes de impunidad, el final de la relación con el FMI con un rol activo del estado en la economía y en la relación con los gobiernos progresistas de Latinoamérica. En síntesis un peronismo virado hacia el centro izquierda en contraposición al de derecha liberal de Menem.
¿Cuál de todas estas versiones es auténticamente peronista? ¿Cuál es el verdadero peronismo? ¿existe el peronismo o es un mito que se elaboró de acuerdo a las vicisitudes históricas? Si existe ¿es el partido de los trabajadores y las clases bajas o se trata de un engaño con meros fines electoralistas y de manipulación? Quizá ninguna de estas preguntas tenga una única respuesta, si es que tienen respuesta. Analizar un fenómeno tan complejo y contradictorio no se puede llevar a cabo bajo el ropaje de “objetividad”. Si hay un movimiento nacional que no genera indiferencia, ese es el peronismo. A pesar de la dialéctica inherente a esta doctrina, aún hoy parte de nuestra política se rige bajo el clivaje peronismo-antiperonismo. En cuanto a la pregunta que abre este texto, su repuesta irá variando según las épocas y los gobiernos, casi tanto como fue cambiando el movimiento a lo largo de más de sesenta años de historia.

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